Leyendas

La Palma tiene famosos sobrenombres como la Isla Bonita y la Isla Verde, pero bien podría también llamarse la Isla Encantada. Leyendas, milagros, secretos... historias fabulosas en las que es difícil distinguir donde acaba la realidad y donde empieza la ficción. La cultura popular se ha encargado de mantenerlas hasta nuestros días y aquí contaremos todas cuantas recordemos. Una forma diferente de conocer la Isla.

LOS DRAGOS GEMELOS
 Los dragos gemelos de Breña Alta, apegados a la carretera de acceso al barrio de San Isidro, son protagonistas de una de aquellas leyendas que nos trasladan a un mundo de fantasía que, como casi siempre, encuentran en el amor una argumentación encantadora, aveces cruel, pero nunca indiferente.
Cuenta la leyenda que una bonita y joven mujer de cautivadora y dulce mirada encantó a dos hermanos gemelos en el municipio palmero de Breña Alta. Ambos se anamoraron perdidamente de ella, pero llegó el triste día en el que había que decidir en batalla cuál de los dos jóvenes sería el que poseyera a la atractiva doncella.
La leyenda cuenta que la lucha fue dura y cruel. Los jóvenes hermanos y gemelos se batían con valentía. En las venas les ardía la sangre y les cegaba la mente y el destino, pero la fatalidad quiso que no hubiera vencedor y los dos murieron en la lucha por el amor a una mujer.
La doncella, al enterarse de la triste desventura, se consideró causante del fallecimiento de sus dos pretendientes y juró que jamás sería de nadie, sino del recuerdo de los dos hermanos. Apenada y desconsolada quiso que la imagen de los dos jóvenes fuera superior a su propia existencia. Se trasladó por las laderas de la Cumbre, al poniente de La Palma, en busca de dos gajos de dragos para luego, cariñosamente, sembrarlos paralelos y próximos en el mismo lugar donde los dos hermanos habían regado su sangre, para cada día regarlos, ya que sentía el mismo amor y compasión por ambos. De esta forma, según el relato, se cumplieron los deseos de inmortalidad de un recuerdo y, sobre todo, de un amor.
Con el tiempo y lentamente los dragos, uno por cada hermano, fueron creciendo entrelazando fuertemente sus ramas. En la actualidad, ya no se sabe cuál es uno y cuál es el otro, permanecen altaneros y abrazados en la larga longevidad de esta especie de árbol, como si quisieran ser el símbolo de un destino común por amor a una bella mujer.

EL SALTO DEL ENAMORADO

En la zona denominada La Galga, actual municipio de Puntallana, donde destacan sus imponentes riscos, vivió en otros tiempos un valiente y osado pastor. Este, quedó prendado de una hermosa joven que ignoraba todas sus pretensiones hacía ella. No obstante, el mancebo no cejaba en su empeño de cortejarla; y la bella dama mantenía una total indiferencia.
La hermosa joven agobiada por la constancia del pastor en conseguir su corazón, quiso probar su amor pidiéndole algo imposible y así liberarse, de una vez por todas, de sus cortejos.
Para ello, le pidió que antes de ser su esposa, debía acercarse al precipicio y, apoyando sus manos en su lanza sorteara los abismos tres veces con sin caer.
El valor y la destreza del amante quedaron patentes en los dos primeros saltos; pero, en el tercero, cuando se encomendó a su dama, falto ya de fuerzas, no se apoyó en tierra firme, despeñándose en las profundidades del barranco.
El amor le cegó y murió por conseguirlo; su cuerpo nunca se encontró. Ella perdió la cordura y lloró todos los días que le restaron de vida.
Desde entonces, la gente del lugar para recordarlo, llama al risco El Salto del Enamorado.

LA PARED DE ROBERTO

Las leyendas de la isla de la Palma están indefectiblemente ligadas a el amor. Tal es el caso de la Pared de Roberto, un dique basáltico que se levanta en la Cumbre de los Andenes a modo de pared y que está envuelta en una escalofriante leyenda.
Cuentan los mayores que en las cercanías de Taburiente habitaba una bellísima joven, enamorada de un igualmente joven de Tijarafe. Sus citas amorosas tenían lugar bajo la sombra de un cedro en la Cumbre de los Andenes. Los jóvenes vivían su amor hasta el día en que se unieran para siempre en los lazos del matrimonio, sin embargo, Lucifer, el diablo, hubo de interponerse entre ambos. Celoso de la felicidad de los jóvenes elevó, en una sola noche, desde el borde del precipicio una pared inexpugnable de manera que los amantes no se pudieran reunir. Así, los jóvenes se vieron separados por un murallón de piedra. En esta tesitura y cansado el joven varón de Tijarafe de recorrer arriba y abajo la longitud de la pared y tratar de escalarla, gritó: ''va el alma por pasar'', respondiendo al desafío solo el rumor del viento. Con ánimos desesperados volvió a gritar: ''va el alma y el cuerpo por pasar''. Entonces comenzaron a rugir pequeñas llamaradas de la pared, adquiriendo tal magnitud que el cedro, refugio del amor de los jóvenes, cayó, abriéndose grietas en el suelo por las que salían seres infernales que arrastraron al joven hacia el abismo junto con el cedro. Inmediatamente la pared se abrió en el medio dejando sitio para pasar. Al dá siguiente, unos pastores del pueblo cercano acertaron al pasar por el lugar, encontrando el cadáver de la bella joven cubierto por la escarcha. la muchacha fue enterrada en las inmediaciones del Roque de los Muchachos, donde todos los años florece un pensamiento azul. Cuenta la leyenda que el cuerpo del joven forma parte de una enorme columna de basalto en el fondo de la Caldera con forma de palmera. Los retoños de un pequeño cedro crecen hoy junto a la maldita Pared de Roberto.