Las leyendas de la isla de la Palma están indefectiblemente ligadas a el amor. Tal es el caso de la Pared de Roberto, un dique basáltico que se levanta en la Cumbre de los Andenes a modo de pared y que está envuelta en una escalofriante leyenda.
Cuentan los mayores que en las cercanías de Taburiente habitaba una bellísima joven, enamorada de un igualmente joven de Tijarafe. Sus citas amorosas tenían lugar bajo la sombra de un cedro en la Cumbre de los Andenes. Los jóvenes vivían su amor hasta el día en que se unieran para siempre en los lazos del matrimonio, sin embargo, Lucifer, el diablo, hubo de interponerse entre ambos. Celoso de la felicidad de los jóvenes elevó, en una sola noche, desde el borde del precipicio una pared inexpugnable de manera que los amantes no se pudieran reunir. Así, los jóvenes se vieron separados por un murallón de piedra. En esta tesitura y cansado el joven varón de Tijarafe de recorrer arriba y abajo la longitud de la pared y tratar de escalarla, gritó: ''va el alma por pasar'', respondiendo al desafío solo el rumor del viento. Con ánimos desesperados volvió a gritar: ''va el alma y el cuerpo por pasar''. Entonces comenzaron a rugir pequeñas llamaradas de la pared, adquiriendo tal magnitud que el cedro, refugio del amor de los jóvenes, cayó, abriéndose grietas en el suelo por las que salían seres infernales que arrastraron al joven hacia el abismo junto con el cedro. Inmediatamente la pared se abrió en el medio dejando sitio para pasar. Al dá siguiente, unos pastores del pueblo cercano acertaron al pasar por el lugar, encontrando el cadáver de la bella joven cubierto por la escarcha. la muchacha fue enterrada en las inmediaciones del Roque de los Muchachos, donde todos los años florece un pensamiento azul. Cuenta la leyenda que el cuerpo del joven forma parte de una enorme columna de basalto en el fondo de la Caldera con forma de palmera. Los retoños de un pequeño cedro crecen hoy junto a la maldita Pared de Roberto.
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