TRADICIÓN ARTESANA
La tradición artesana en la Isla se remonta en al período prehispánico, conocimientos y técnicas trasmitidas de padres a hijos, de orígenes diversos, una mezcla herencia de antiguos pobladores y emigrantes provenientes de lugares diversos como Portugal o el Norte de Europa, que aportan riqueza y peculiaridad a nuestra artesanía.
Los materiales usados tradicionalmente eran los recursos naturales de la zona, arcilla roja, maderas como la tea, muy apreciada por su resistencia a la putrefacción y otras como el barbuzano, la sabina o el til, para la fabricación de muebles, aperos agrícolas o la carpintería de las viviendas; además de fibras de origen vegetal o animal para la elaboración de textiles y objetos de uso cotidiano.
Gran parte de la actividad artesana se desarrolló paralelamente a las labores agrícolas. Estos oficios tradicionales conviven hoy en nuestro municipio, con nuevas artesanías dando lugar a un amplio abanico de oficios vivos. De origen prehispánico, del trabajo con la arcilla dan buena muestra los numerosos yacimientos arqueológicos encontrados de la popular cerámica negra. Junto a la realización de réplicas aborígenes encontramos la alfarería popular de tipo utilitaria, que se sigue fabricando para su uso en la elaboración de platos de la cocina tradicional o como elemento decorativo.
También se han encontrado restos de objetos elaborados con fibras vegetales en yacimientos arqueológicos. Hoy se elabora cestería de materiales diversos, palma, colmo, mimbre.
De la madera , carpinteros, ebanistas y carpinteros de ribera se encargaban de la carpintería de viviendas, muebles, hermosos artesonados y de barcos, el único medio de transporte que hacía posible el intercambio con el resto del mundo.
El trabajo con metales es uno de los que cuenta con menos representantes en la actualidad. Aunque era menos común, se utilizaba para la obtención de cuchillos, rejas, herraduras, azadas y otras herramientas. No podemos olvidar el peculiar oficio de latonero, ingeniosos artesanos que transformaban las latas de aceite y conserva en objetos de uso cotidiano, vasos, regaderas, faroles, etc. Destacan también los laboriosos trabajos de orfebrería.
De los oficios tradicionales, es el bordado el que cuenta en la actualidad con mayor número de artesanas. Su importancia en la historia de la Isla se remonta al s. XVI, época en la que fue una importante fuente de ingresos con la que las mujeres colaboraban en la economía familiar. Técnicas variadas como el rechi , el punto perdido y el punto antiguo hacen que el bordado muestre piezas de una riqueza decorativa excepcional.
En telares que aún se encuentran en algunos hogares se elaboraban textiles de lino, lana o seda y posteriormente también algodón. Son características las denominadas traperas , realizadas con retales reciclados, que se usaban para elaborar mantas, mochilas o alfombras, aún en la actualidad.
Otro de los oficios artesanos que está vigente en Breña Alta, es el de la elaboración de tabaco , siendo este municipio el lugar donde se elabora la mayor parte de la producción de La Palma. Esta tradición, que tiene su origen en el siglo XIX, con el retorno de los emigrantes llegados de Cuba, ha dado fama a la Isla como uno de los productores de tabaco artesanal de mayor calidad a nivel mundial.
LA SEDA
Mariposas milenarias |
El municipio de El Paso ha conservado el ciclo completo de esta ancestral artesanía textil, única en Europa. A diferencia de otros muchos lugares, aquí el trabajo no se limita a la decoración final del tejido, sino que empieza desde el nacimiento de los gusanos que producen la apreciada fibra. Se trata de un proceso muy laborioso, en el que intervienen más de media docena de personas y que dura semanas. |
1. La cría de los gusanos
La primavera marca el inicio del ciclo vital de la mariposa nocturna Bombyx mori , cuyas larvas producen el milagro. Los huevos que se utilizan en cada temporada son los recogidos durante el año anterior, ya que hibernan de forma natural durante 300 días al año. Cuando nacen, los gusanos sólo comen hojas de moral, recolectadas diariamente en las zonas agrícolas del municipio. Cada una de ellas debe ser troceada a mano para facilitar la digestión de las larvas, que sólo pueden morderlas por el borde. Esta fase dura unos 38 días y los recién nacidos deben ser cuidados con esmero, de forma que se mantengan siempre en condiciones óptimas de higiene, humedad y temperatura.
Transcurrido ese tiempomismo en un capullo por lo general blanco, del que se extraerán las fibras de la seda. Aunque para la mayoría de gusanos acaba aquí el proceso, los artesanos dejan evolucionar una parte hasta que salen de la crisálida y se convierten en mariposa. La divina , como así la llaman, vive sólo durante cinco días pero deja entre 400 y 500 huevos en herencia para la próxima generación.
2. La extracción y manipulación de la seda
La sedera , tradicionalmente una mujer, introduce los capullos en agua caliente, que debe estar siempre a punto de hervir. La temperatura del barreño se debe mantener a raya con incorporaciones periódicas de agua fría, ya que si superase el punto de ebullición podría dañarse el tejido. Para revolverlos, la sederautiliza un ramillete de hojas seca de brezo, que va manipulando hasta conseguir un primer hilo. Ahí entra en juego la hebrera, cuyo papel es impedir que la fibra se corte y alimentar el torno, que la tornerava girando trabajosamente a golpes de manivela. Nada se desperdicia en este proceso, ya que las crisálidas muertas sirven de alimento a las gallinas y el hilo desechado se usa para atar la madeja.
La fibra así obtenida se desmonta, se tensa y se almacena, pero no es ni mucho menos la que se va a usar luego en el telar. Muy al contrario, habrá de seguir un largo proceso en el que se deshilvana y se vuelve a hilvanar varias veces más. Tanto es así que este primer hilo tendrá que ser aún lavado, secado, revisado, torcido, planchado y pasado a los cañones, que son los trozos de caña adaptados para almacenarlo. Previo al tejido final, también hay que decidir qué madejas han de teñirse, pues aunque la mayor parte de la seda se deja en su color natural, hacen falta tonos de contraste para la decoración de la pieza. Como en el resto del proceso, los tintes utilizados son naturales y provienen de hongos, animales o plantas. Finalmente, tras urdir la seda por última vez, es el momento de pasar al telar.
3. El tejido
Esta es la última fase de un proceso en el que intervienen más de media docena de personas, aunque a menudo es la única que conoce el cliente final. Durante la misma se utiliza un telar de pedal, idéntico al introducido por los conquistadores castellanos durante el siglo XVI. La rudimentaria máquina está hecha principalmente de madera e incorpora un número variable de cañones . Según lo requiera el diseño de la pieza, la tejedora debe ir interrumpiendo o alimentando el caudal de hilo, que va compactando de hilera en hilera hasta conseguir ese tejido brillante, ligero y sofisticado que todos conocemos. A partir de aquí es el turno de las costureras, que a menudo rematarán el trabajo con bordados hechos a mano.
LOS BORDADOS
Los bordados no sólo duermen el dulce sueño de la nostalgia, sino que constituyen uno de los apartados fundamentales de la producción artesana palmera, con sus aplicaciones en la indumentaria tradicional, mantelería, ornamentos sacros, ajuares... La aguja, con finos hilos, revolotea en certeras puntadas sobre la tela, mientras el dedil de cuero, como un escudo, protege el dedo de las posibles picadas de la aguja de la mujer palmera.
El más frecuente entre el repertorio de los bordados tradicionales palmeros es el llamado rechilieu -conocido en La Palma- como rechi, que convive con las técnicas del realce y los puntos perdidos. Realizado generalmente sobre tela blanca o beige, el rechi se caracteriza por sus presillas o festones, unidos entre sí por otras presillas en el aire que, una vez recortada la pieza, dotan a la pieza resultante de una elegancia inconfundible propia de las cortes europeas del barroco.
En realce se bordan motivos en relieve, con puntos derechos u oblicuos, perpendiculares a los puntos de relleno; se emplea en el bordado de flores, hojas y letras iniciales. Por lo que respecta al punto perdido, se realiza a base de puntadas superpuestas que producen, con la intensidad del color del hilo, diferentes matizados en motivos preferentemente florales.
El borde -como popularmente se conoce en La Palma- ha significado, durante décadas, una importante fuente de ingresos para las familias más humildes. En 1945, según señalaba Félix Poggio, más de veinte mil mujeres, de un total en la isla de unos sesenta mil habitantes, se dedicaban a estas labores.
De todos los sectores artesanos, éste sigue siendo el más productivo, lo que ha llevado al establecimiento en La Palma de casas o agencias que cisnan ('dibujan') la tela, la reparten con las madejas entre las bordadoras para luego, una vez realizado el trabajo, recoger las labores, preparándolas para la venta local y la exportación, fundamentalmente a la Península y en otros tiempos a Cuba, Gran Bretaña y Estados Unidos.
De viejo le viene a las palmeras el enriquecer el ajuar doméstico e indumentaria con ricos y apreciados bordados. En el siglo XVI, el viajero portugués Gaspar Frutuoso decía de las mujeres luso-palmeras que bordaban bien: camisas, pespuntan jubones, bordan almohadas y hacen obras de red muy costosas.
LA CESTERÍA
La cestería es la actividad artesana más primitiva, anterior incluso a la alfarería. En los yacimientos arqueológicos, aparecen vestigios de materiales vegetales entrelazados o tejidos. En algunos estudios se pone en evidencia que el hombre utilizó las técnicas de la cestería para desarrollar y levantar una pieza de barro. Hoy en día, la cestería tradicional se ha convertido en un bellísimo objeto de decoración, aunque también es frecuente encontrar en el medio rural de La Palma estos elegantes y bien terminados útiles de la historia económica de la isla.
El oficio de cestero -antiguamente en manos masculinas, aunque poco a poco se ha ido incorporando en su elaboración la mujer- se ha transmitido de padres a hijos, dedicándose a él familias enteras. Para recolectar los materiales y lograr una vara adecuada se tiene en cuenta el estado de la roza ('plantación donde crece') y el menguante de la luna.
Durante el verano se recoge el colmo. La zarza, por el contrario, hay que recolectarla en el menguante de abril, mayo y junio para que sea más resistente; tiene una sección poligonal de cinco caras, de cada una de las cuales se obtiene una cinta que, a su vez, puede dividirse en dos.
La pieza más característica de la cestería palmera es el balayo, que da nombre genérico a toda la producción elaborada con colmo y zarza, de fondo redondo y urdido en espiral; para ello se emplean rollos de colmo cosidos con cintas de zarza. Sus paredes son cóncavas, con una abertura mayor o menor en su parte superior. El palmero José Pérez Vidal, primer Premio Canarias (1984), afirmaba rotundamente el indiscutible parentesco entre la balaya y el balayo de Canarias y cestos análogos de Portugal.
La cestería de colmo se basa exclusivamente en el uso del centeno, convenientemente tratado para la elaboración de objetos delicados, frágiles y elegantes. Los más comunes son los costureros, las canastillas, los cestos decorativos y los pequeños recipientes de auténtica filigrana; se realizan a partir de escudos, bichos ('trenzas'), fondos y tapas. Sobre un armazón de pírgano se unen las pajas en paralelo -constituyendo una especie de tapa de forma poligonal-, que van conformando el cesto. A estas uniones se superponen los rollos, que son los que proporcionan el acabado. Los trabajos de empleita de colmo ('cinta trenzada') se destinan preferentemente a la confección del sombrero tradicional. En su momento, Pérez Vidal desveló la procedencia gallego-portuguesa de la voz colmo, por lo que nos es de extrañar que el origen de algunos de los elementos de la cestería palmera proceda de Portugal.
EL TABACO |
Aromas del Caribe |
El tabaco palmero es, con justicia, considerado entre los mejores del mundo. Las primeras plantaciones comerciales fueron sembradas a mediados del siglo XIX por emigrantes retornados a la isla desde Cuba.
1. Historia del cultivo |
La producción industrial de cigarrillos despegó de forma espectacular en 1923, con la instalación en el municipio de El Paso de la fábrica de Pedro Capote, que a los cinco años de abrir ya dispuso de una revolucionaria máquina de liar. En 1972, la multinacional RJ Reynolds adquirió la propiedad, que pasó de su antiguo edificio junto a la iglesia de Nuestra Señora de Bonanza a la nueva zona industrial en las afueras de la ciudad. Japan Tobacco International (JTI) fue la última propietaria de las instalaciones, que finalmente cerraron en 2000 como parte de una reestructuración internacional del grupo.
Este importante revés económico para el municipio no significó, por el contrario, el final de las plantaciones artesanales de tabaco. La hoja palmera sigue sembrándose hoy en día y con ella siguen elaborándose puros de extraordinaria calidad. La mayor parte de la producción se ha trasladado no obstante al otro lado de la isla, y concretamente al municipio de Breña Alta (aunque también hay plantaciones en El Paso, Breña Baja, Santa Cruz de La Palma , Villa de Mazo e incluso en las inmediaciones del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente).
2. De la planta al secadero
La planta del tabaco (Nicotiana tabacum) es particularmente exigente. Para empezar, debe sembrarse a unos 250 metros sobre el nivel del mar, en una zona que debe ser cálida pero alejada de la costa, para poder evitar los efectos nocivos de lamaresía. Al tratarse de un cultivo de crecimiento rápido y ciclo corto, demanda grandes cantidades de nutrientes, además de un importante aporte hídrico. Y por si la cosa no fuera ya lo suficientemente complicada, es muy sensible a un amplio abanico de enfermedades, como virus, artrópodos, gusanos, mohos y babosas.
Pero ni siquiera las plantas sanas garantizan por sí solas una buena producción de tabaco, porque además es necesario que sus hojas tengan las características adecuadas de longitud y grosor. Una de las claves es acertar con el proceso dedesbotonado, que consiste en arrancarle su inflorescencia para evitar que se espigue e interrumpa la producción de follaje. En las plantaciones intensivas del resto del mundo se utilizan inhibidores químicos para lograrlo, pero las exigencias de calidad del tabaco palmero demandan un tratamiento manual, en el que los brotes se arrancan uno a uno y con la mano. El periodo de recolección, justo premio a este laborioso proceso, comienza en mayo y acaba antes de los primeros fríos, durante los meses de septiembre y octubre.
Si la cosecha ha sido óptima, a cada planta adulta se le habrán podido sacar entre 35 y 40 hojas, que se arrancan también manualmente y pasan a la fase de secado. Para ello se cosen de tres en tres y se encaran por el haz, disponiéndolas horizontalmente sobre cujes o palos horizontales. Tampoco aquí se utilizan hornos para acelerar el proceso, sino que se deja al sol que marque su ritmo. Sólo el ojo experto del agricultor determina la posición y altura de los cujes, que debe irse ajustando casi diariamente en función de las condiciones meteorológicas y el ritmo de secado de cada vara. Al cabo de un mes, es hora de que el tabaco entre por fin en el chinchal (voz palmera que designa a la tabaquería y que acompañó a las semillas cubanas en su viaje desde el Caribe).
3. La elaboración de los puros
Los puros, palmeros y del resto del mundo, tienen dos partes claramente diferenciadas. La capa es la hoja externa, que debe ser impecable para darle una buena apariencia al conjunto. Y la tripa es el rollo interior de tabaco, cuya apariencia es menos importante pero de la que se valoran sus aromas y sabores.
El proceso de elaboración comienza por el despalado, que consiste en sacar la vena central a las hojas previamente humedecidas. A continuación se planchan durante una hora (con un humilde peso, que puede ser una piedra colocada sobre una tabla de madera) y se empieza a dar forma a la tripa. Además de tabaco palmero, en ella se introducen también hojas de Brasil, Cuba y Santo Domingo, que enriquecen los aromas sin desvirtuar su carácter. Todas se enrollan a mano y se introducen en un molde durante tres horas por cada lado, hasta que se consigue una forma perfectamente cilíndrica.
La última fase del proceso es el añadido de la capa, que debe incorporarse con extremo cuidado y en las condiciones adecuadas de humedad. La habilidad delchinchalero se mide en su capacidad para evitar que se noten las costuras, ya que debe adherirlo a la tripa con un pegamento artesanal a base de fécula de arroz. El artesano trabaja a mano sobre una tabla de madera, armado tan sólo de una cuchilla metálica que utiliza con precisión quirúrgica para extirpar los sobrantes. El corte final es para elcorazón, la parte en forma de gota invertida que servirá de boquilla.
Tras la incorporación de la vitola, los puros está listo para ser envuelto y puesto a la venta. Será su forma externa la que los defina como nuncios (grandes y gruesos), viuditas (pequeños y con rabito), panetelas(largos y delgados), peticetros (de tamaño medio),coronas (algo mayores), etc.